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“ALIADOS CON EL VIEJO PODER, VAMOS HACIA UNA INVOLUCIÓN”
Investigador especialista en Geopolítica y Desarrollo, el expositor fue presentado por el presidente de la entidad, Julián Moreno. Se abordaron las perspectivas de la futura presidencia de Donald Trump en relación con la “guerra comercial” con China, el crecimiento de los BRICS y la agudización del conflicto en Medio Oriente. Respecto de las políticas de EE.UU. hacia la Argentina y la región, explicó que combinarán intervencionismo externo con proteccionismo local. En este marco, “La Argentina hoy es un circo a contramano”, alertó.
Gabriel Merino desarrolló el concepto del “declive relativo” de los EEUU, relacionado con la crisis de su hegemonía como potencia global y contextualizó este fenómeno en el margo del G7, las economías más importantes del mundo y que simbolizan lo que llamamos “el Norte global” ( EE.UU., Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Japón y Canadá).
“Estos actores pasaron de ser un 47 por ciento de la economía mundial a principios de los 90 a ser 29,7 si lo medimos a precios de poder adquisitivo real. Mientras que los BRICS pasaron de ser el 15 por ciento al 37,1 por ciento”, explicó. “En esta disputa, las dos grandes economías que aparecen “enfrentadas” son China y los EEUU. Pero esta es una tendencia que ya venía desde la pandemia, cuando se produjo un quiebre”.
El sociólogo apuntó que las “las llamadas nuevas derechas, extremas derechas -que de nueva tienen poco, en el Occidente geopolítico y en América Latina- están restringidas a este marco, no son, como se dice, un fenómeno global”. En este sentido, observó que “tenemos un problema para ver el escenario actual: seguimos creyendo que lo que pasa en el mundo es lo que pasa con el 10 por ciento de la población mundial, sin considerar qué sucede en en África o en Asia”.
Al resaltar el fundamental papel de China, señaló que en 1820 era todavía el 33 % de la economía mundial, y el Reino Unido solo el 6 %. Al cabo del reacomodamiento mundial en el periodo que precede al actual “el 56 % de la industria se fue para Asia, y el PBI de China, convertida en la fábrica del mundo, era igual al PBI industrial de EEUU, Japón y Alemania juntos. Eso incluso creció más aun, y 2021 ya su producto industrial superaba los de Alemania, EEUU y Japón, en conjunto”.
“A esto se agrega que desde 2019 las patentes tecnológicas son lideradas por China. Junto con esta dimensión económica hay un cambio fundamental en el mapa del poder mundial: el declive relativo de EEUU y Occidente no solo se expresa en un quiebre de hegemonía en los últimos años, fue fundamental el surgimiento de los BRICS a partir de la crisis de 2008.
Nueva arquitectura financiera mundial
Merino explicó que en ese contexto donde había ganadores y perdedores “o se pagaba esa crisis en el propio territorio y se entraba en un proceso de periferialización y se trabaja para el Norte global y su proceso de financierización, o se salía de esa trampa”.
Puso como ejemplo la estatización de las AFJP en la Argentina. “Si no se hacía eso, la crisis de 2008 en parte la pagaban los jubilados argentinos, con una feroz descapitalización de sus ahorros, como en parte sucedió”. Por su parte China, en lugar de hacer como Japón, que con un menor margen de autonomía revaluó su moneda y restringió las exportaciones a los EEUU , se corrió de ese esquema. “Hoy su PBI es tres veces más grande que Japón en sólo 12 años. Pero si hubiese obedecido no significaba sólo eso, sino también abrir la cuenta capital y los grandes conglomerados estatales al capital extranjero, dejando que avance el sector financiero internacional. Merino señaló la reciente ampliación de los BRICS, que ya son 9 países en lugar de 5, con un rol clave en Oriente Medio, y un conjunto de nuevos socios. Nuevos socios, Irán, Emiratos, Etiopía y Arabia Saudita. En la región, Cuba y Bolivia. También Turquía, miembro de la OTAN”.
Un punto fundamental, señaló Merino, es el avance de estos países contra el último gran monopolio que le queda a los EEUU, el sistema financiero y monetario internacional. Eso es lo que más se trató en la última reunión de los BRICS”.
“En cada una de estas regiones se desarrollan procesos autonomistas que tienden a crear marcos regionales de poder en articulación global. La gran discusión es donde queda América latina. Si América del Sur como región queda como polo emergente o “patrio trasero”. Ese es el gran dilema.
Estancamiento o desarrollo
Merino también explicó que en el nivel social hay un cambio clave para entender qué pasa en EEUU y la crisis de Occidente y es “el proceso de plutocratización y desigualdad creciente, un poder financiero, con un proyecto neoliberal que se fue comiendo a la democracia”.
Alertó que eses esquema lleva a un círculo vicioso, “porque se produce cada vez mayor transferencia desde la producción y el trabajo hacia ese capital financiero, que exige cada vez más ganancias y participación”. Merino se refirió a este fenómeno como un proceso como de “acumulación por desposesión”. “Es el capital financiero sobre el pequeño y mediano capital productivo y los trabajadores. Eso se agudiza en el Norte, pero también en la relación norte sur”.
Merino señaló que si un país queda atrapado en ese proceso, se paga con pérdida de competitividad estancamiento y transferencia de excedentes, con bicicleta financiera, endeudamiento, etc. En América latina se da un proceso de periferialización, que se ha acelerado, lo que estamos viendo es parte de eso, se condice con un proceso global de capitalismo financierizado”.
Dilema de la Argentina y la región
Al hacer una prospectiva de las políticas que adoptarán los EEUU hacia América Latina, planteó que la región “en este escenario tiene más palos, más exigencias y presiones por alineamientos, pero menos zanahorias”.
En este marco señaló que el principal objetivo de EE.UU. será dividir a China y Rusia, seguir una guerra híbrida con Irán, y en ese marco de declive relativo, asegurar América latina como patio trasero. “El objetivo es que en América del Sur no vuelva a avanzar un regionalismo autónomo. No solo que no se meta China. Ven esas políticas, que se habían corporizado en la Unasur”
Es decir, concluyó, en el marco de una nueva “guerra fría”, se bloquea todo las posibilidades de inversión, comercio, etc. desde países emergentes, pero tampoco vienen inversiones de ese lado y se acentúa el proteccionismo, con lo que nos quedamos “sin el pan y sin la torta.
En este etapa, Merino alertó sobre un aceleramiento del intervencionismo, de distintas maneras. “El actual esquema retoma el proceso de periferialización que empieza en 1976. Milei se inclina por el neoconservadurismo, pero es una versión periférica, que profundiza el modelo agroexportador y los postulados del Consenso de Washington de los 90, con financierización, apertura, desregulación, etc., a contramano de las tendencias hacia un nuevo consenso industrializador y proteccionista”,
“En este contexto de transición geopolítica, se plantea la opción de un regionalismo con los EEU o un bloque autónomo -afirmó Merino- y puntualizó que “en un esquema neoliberal de apertura comercial no quedan sectores productivos en pie, porque no se puede competir con China ni con el norte global”.
“Ligados al viejo mundo en declive vamos a una involución; por otra parte, bajo un esquema de neo dependencia con Asia, con China y los emergentes, puede haber crecimiento pero no desarrollo”. Explicó que en tal sentido, con cierto pragmatismo, el presidente Milei “está recalibrando su postura, porque si no tiene sostenibilidad, sobre todo con Trump”, lo cual plantearía un esquema de alineamiento con EEUU pero comercialización con China, lo cual será difícil de sostener.
“Otra posibilidad es armar un polo emergente, pero con un esquema regional para fortalecer el polo productivo industrial”, indicó. “En términos programáticos para lo que viene, -porque el esquema vigente es es muy volátil y depende de cuánto se estire la bici financiera- el sociólogo propuso “desarrollar capacidades estatales estratégicas, con la tecnología como uno de los sectores clave, pensar en banca de desarrollo, soberanía monetaria, moneda regional, capacidades de defensa -vinculadas con desarrollo industrial-, qué hacer con los recursos naturales, con posibilidades de una minera estatal con socios privados y el abordaje de la transición energética con desarrollo de cadenas de valor locales.
Esta política debería desarrollar asimismo “plataformas de comunicación e información, matrices de pensamiento, cultura e identidad nacional, local y regional”, amplió. “No podemos seguir pensando que el ‘mundo’ es lo que pasa en el norte occidental”, concluyó.