jueves 7 noviembre, 2024 / Actividad político gremial
“QUEREMOS UN PRESUPUESTO QUE EN PRIMER LUGAR IMPULSE LA ACTIVIDAD, LA INDUSTRIA NACIONAL Y EL PLENO EMPLEO”
El presidente de APYME participó en la reunión de comisiones de Economía y Análisis y Seguimiento de Normas Tributarias y Previsionales en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación. Reproducimos a continuación la exposición, donde contextualiza la situación del sector Pyme y productivo y da una opinión contundente sobre el debate del Presupuesto Nacional 2025.
El 99 por ciento de las Pymes vivimos del mercado interno. De vez en cuando exportamos, pero las condiciones del día a día que nos toca vivir hacen prácticamente imposible conservar los mercados internacionales, que son muy difíciles de conseguir. El año pasado éramos muy “baratos” y este año somos muy “caros”. Todo lo que pudimos conseguir como mercado ya lo perdimos, ya lo copó otro país probablemente. Obviamente, excluyendo el sector de los commodities y extractivistas, que no compiten en las mismas condiciones, como puede ser la minería. Pero en esos sectores hay muy pocas Pymes.
Sabemos que el sector Pyme provee aproximadamente el 65 por ciento del empleo privado en nuestro país, y que en ese universo el comercio y la industria son los principales empleadores. Sabemos también que el 20 por ciento del empleo privado nacional pertenece al sector industrial, y que cada empleo industrial a su vez genera entre dos y tres empleos indirectos en tareas comerciales, de servicios, construcción e infraestructura, entre otras.
La industria, en riesgo
No existe en el mundo un país con 50 millones de habitantes que genere trabajo para toda su población activa y no considere fundamental su entramado industrial. Hoy la Argentina lo está perdiendo poco a poco. Estamos transitando un modelo económico que promueve políticas para beneplácito del mercado de capitales, sin considerar las condiciones necesarias para cuidar el empleo y la producción.
No encontramos en el proyecto de Presupuesto 2025 ningún ítem que resuelva la caída del empleo formal que la lenta pero persistente extranjerización de la producción está generando. Por el contrario, están siendo destruidos el sector industrial argentino y sus herramientas para el desarrollo, como el INTI; la educación técnica, las universidades o el Conicet, y se cortó cualquier política de apoyo, imposibilitando así cualquier grado de competitividad frente a un mercado abierto que ya no existe en ningún país que considere a su industria como fundamental.
Lo vemos en EE.UU. y las promesas de aranceles a los productos chinos por parte de Donald Trump. Los países más desarrollados e industrializados, conocen perfectamente en qué pueden competir y en lo que no. Y los rubros en que no pueden competir, los protegen, porque consideran que el costo de la protección se compensa con mayor ocupación, con la actividad económica derivada, y con la nada despreciable dignidad para las familias.
El problema tributario
En cuanto al tema tributario, ningún empresario Pyme invierte por el solo hecho de que le reduzcan los impuestos. Las Pymes invierten si tienen mercados que demanden sus productos En una sociedad que perdió entre un 15 y un 20 por ciento de sus ingresos el mercado interno no tracciona ninguna inversión. El cuento de que la baja de impuestos va a generar inversiones ya no es creíble. Además, si en simultáneo abrimos las importaciones indiscriminadamente -lo que va restar una porción importante del mercado-, mucho menos.
A la vez las Pymes somo plenamente conscientes de que se requieren rutas para transportar nuestros productos e insumos y que contar con población asentada en aquellas donde vivir es difícil pero que cuidan nuestros recursos económicos y culturales. Sólo doy un dato para graficarlo. Un país con casi 3 millones de Km2 como la Argentina, con 16,5 habitantes por Km2 y con 640.000 km de caminos y rutas, no podemos pretender se sostenga con la misma carga impositiva que un país como por ejemplo Suiza, que sólo tiene 2.500 km de ruta y 218 habitantes por Km2. Es ridículo comprar cargas impositivas entre países disímiles.
En definitiva, el sistema tributario de un país debe ser acorde únicamente a sus necesidades y a sus aspiraciones para el desarrollo de su economía y de su pueblo.
A su vez, cuando hablamos de grandes inversiones, volviendo al ejemplo las mineras, en el actual esquema la infraestructura necesaria para poder desarrollar proyectos se deja en manos del sector privado. Esto genera especulaciones entre los grupos económicos, ya que ninguno de ellos quiere ser el primero que invierte para que después venga otro a usufructuar su inversión. Y así pasan los años y las inversiones no se realizan o se demoran innecesariamente.
Está pasando en San Juan, en este momento: hay varios proyectos de cobre, pero necesitan un nivel de inversión en infraestructura por el que nadie quiere arriesgar. Por el contrario, si el Estado realizara las inversiones en la infraestructura necesaria, y luego las recuperara vía impuestos a los beneficiarios futuros, catalizaría el proceso de desembarco de inversiones mineras. En el caso del actual Gobierno, su dogma choca con la realidad y no se logra ningún avance. Esta lógica puede aplicarse a cualquier situación de desarrollo, con o sin apalancamiento estatal.
Un Presupuesto para la producción y el trabajo
En esta situación estamos. Con un mercado interno deprimido, producto de la caída de la actividad económica auto inducida por un Gobierno que no hace el mínimo ajuste posible – dado el efecto social que el ajuste genera- sino, cruelmente, el máximo ajuste que la sociedad pueda “soportar”, con el consecuente aumento del desempleo, caída de la actividad industrial a niveles de pandemia y con un proyecto de Presupuesto que sólo prevé profundizar la crisis que hoy vivimos.
A quien le serviría que el PBI creciera -como probablemente suceda el año próximo -comparándolo con la debacle actual- si gran parte de la sociedad padece condiciones precarias y los conurbanos de las grandes ciudades se vuelven lugares invivibles, como pasaría si la industria sigue cayendo y todos los empleados que hoy ocupa quedan en la calle. No podemos aspirar a vivir en un país con una gran parte de la sociedad dependiendo de la caridad. “Detesto la caridad por la vergüenza que encierra”, decía Yupanqui. Creo que todos deberíamos ser conscientes de esto.
Por favor, pensemos juntos un presupuesto que no tenga como único objetivo congraciarse con el mercado de capitales. Diseñemos otro Presupuesto, cuyo objetivo principal sea impulsar la actividad económica del conjunto de los argentinos, el pleno empleo y la felicidad de nuestro pueblo.